Camino a Carabobo | IV.- Armas de la Artillería


Ambroise Louis Garneray. Batalla de Carabobo mandada por el Presidente Libertador el día 24 de junio del año 1821. Dibujo litografiado a color, circa [sic] 1821. Colección Museo Bolivariano
En la Batalla de Carabobo el único ejército que utilizó artillería fue el español

Prensa MPP- Despacho (Ricardo Antequera/ 25.06.21).- En la Batalla de Carabobo el único ejército que utilizó artillería fue el español. A pesar que desde la llegada de los voluntarios británicos, irlandeses y escoceses en 1817 habían traído suficiente material de artillería ligera con sus equipos y municiones, durante la Campaña de Carabobo en el año 1821 el Ejército de Colombia no empleó artillería en el dispositivo de batalla. La columna de Bermúdez si empleó artillería durante sus maniobras de diversión sobre Caracas.

El Ejército Español empleó una batería de dos piezas de artillería de campaña de 4 libras fundidas en bronce. La dotación de efectivos para servir esta arma fue de 66 artilleros. Los cañones españoles dispararon dos tipos de municiones: la bala maciza, y el bote de metralla.

Munición de la artillería

La bala maciza redonda se disparaba para largas distancias, y el efecto de rebote producía estragos en las formaciones cerradas en columna. El alcance máximo efectivo era de unos 710 mts. La bala maciza en la Batalla de Carabobo era fundida en hierro.

La metralla se empleaba a corta distancia contra la infantería y las cargas de caballería, su efecto era devastador porque el efecto del disparo era la dispersión de varios proyectiles. Los proyectiles del bote de metralla eran de plomo, los mismos de la munición del fusil de infantería. El alcance máximo efectivo de la metralla era de 430 mts aproximadamente.

Maniobra de carga

Los artilleros seguían un proceso estricto y exacto para cargar, apuntar y disparar los cañones. Las piezas de esa época no tenían ningún tipo de amortiguación, y después de cada disparo, era necesario emplazarlos de nuevo en batería, empleando cuerdas para alinearlos.

Después de cada disparo, el artillero introducía una baqueta llamada escobillón, que tenía en un extremo una especie de mopa mojada, para apagar los residuos de pólvora encendida en el interior del cañón, al otro extremo el escobillón tenía un gancho que se empleaba para extraer los residuos del interior de la pieza. Luego de apagar los residuos, se introducía un saquete de pólvora, se atacaba la carga contra la recámara, empleando otro escobillón llamado atacador, e inmediatamente se introducía la bala maciza, atacándola de nuevo. Posteriormente otro artillero rompía con una aguja larga el saquete de pólvora en la recámara desde el oído del cañón, para inmediatamente introducir una porción de pólvora, y acercarle una mecha encendida para producir el disparo. Para realizar otro tiro, se repetían nuevamente los pasos en el mismo orden descrito.

Cadencia de tiro

La artillería de campaña empleada por los españoles en la Batalla de Carabobo, cubría una distancia superior a los 800 mts por el efecto de rebote en el disparo con la bala maciza. Pudiendo mantener los artilleros una cadencia de dos disparos por minuto. Cuando el objetivo se encontraba a una distancia entre los 800 y 500 mts, la artillería estaba en la capacidad de realizar nueve disparos de bala maciza o metralla. En una distancia entre los 550 y 180 metros, se podían disparar dos balas o tres botes de metralla. Aún a 200 metros la artillería estaba en la capacidad de realizar 3 disparos más de metralla.

Cuando la bala maciza se disparaba contra una formación en columna, abría una brecha a lo largo de varias filas. La trayectoria del tiro era casi paralela al suelo para causar más daño. La bala perdía velocidad después de rebotar tres veces en el suelo, pero incluso aunque fuera tan lenta que permitiera ser vista, aún podía decapitar a un soldado, quien debía permanecer firme en su posición cerrando la línea.

Calibre

A diferencia de la munición del fusil de la infantería, la bala de la artillería si venia calibrada con el diámetro del tubo interno que formaba el ánima del cañón. Durante el disparo la bala debía desplazarse lo más ajustado posible al ánima de la pieza, con el fin de evitar que la bala golpeara el interior del cañón, evitando el debilitamiento del material con el que estaba fundida la pieza, aumentando su tiempo de vida útil.

Para la época de la Batalla de Carabobo los cañones se fundían macizos, y luego se perforaba el interior de la pieza con una herramienta de diseño pre-industrial que parecía una caladora, formando un tubo interno dentro del cañón con un diámetro determinado, obteniendo con este proceso, mayor precisión en el disparo del cañón.

La fundición de la bala redonda se producía con un estricto control de calidad, empleándose tres tipos de calibradores para aceptar o rechazar la bala fundida. Este control era para asegurar que los cartuchos embalados con la munición encajen en el interior del cañón, las balas muy grandes o más pequeñas que el diámetro del cañón eran desechadas por los oficiales responsables del control de calidad.

Los cañones de la época se fundían con mineral de hierro o de bronce. Generalmente se prefería emplear el bronce al hierro porque la fundición era más sólida, duradera, y no se quebraba, permitiendo que la pieza tuviera más tiempo de servicio. Sin embargo tenían una limitante: eran más pesadas.


Maniobras de la artillería española en la Batalla de Carabobo

El historiador Gonzalo Pulido en su excelente obra sobre la Batalla de Carabobo, logra establecer en su investigación la ubicación exacta de las piezas de artillería: ..."considerando la relación frente-profundidad, es decir desde el borde anterior al área frente al ejército colombiano, hasta las inmediaciones de la quebrada de Las Manzanas, se encontraba desplegado el batallón Primero de Valencey, cubriendo el Camino Real, detrás de la quebrada de Carabobo. La Artillería Volante (dos piezas) se encontraba, una el camino y la otra se desplaza hacia una pequeña colina con explanada, desde donde estaba en capacidad de batir con sus fuegos, tanto la entrada al abra como la saliente que da inicio a la ruta que va desde el cerro La Cayetana al centro del campo". (Gonzalo Pulido Ramírez. De Carabobo al Cerro La Mona. Un nuevo enfoque de la Batalla de Carabobo. China, Editorial Amolca, 2014, p. 251.)

Uno de los tantos méritos fundamentales que tiene este trabajo de investigación, es la fijación sobre el terreno de las operaciones y maniobras durante la batalla. Pulido es el primer historiador venezolano que en base a los testimonios de los combatientes, y de las obras producidas por la historiografía desde el siglo XIX, logra determinar históricamente la ubicación exacta de todos los batallones colombianos y españoles, sobre el terreno de acuerdo a los accidentes y características topográficas del área, respetando la veracidad histórica de las maniobras en el teatro de las operaciones.

La batería de artillería fue emplazada en una de las pequeñas colinas que formaba el abra de Carabobo, apuntando las bocas de fuego sobre el camino real de San Carlos que conducía en dirección a Taguanes.

Cuando Bolívar inició las operaciones en la batalla, simuló un ataque frontal contra la posición española dirigido por la Tercera División al mando del coronel Ambrosio Plaza. Las primeras armas que iniciaron el fuego sobre el ejército colombiano fueron los cañones españoles disparando balas macizas de 4 libras, que eran las que tenían mayor alcance, aprovechando el tiro de rebote.

Mientras se producía el fuego español sobre la Tercera División, la Primera y Segunda división maniobraban paralelas sobre el flanco derecho enemigo, abriéndose paso por los chaparrales de la Pica de La Mona, gracias al trabajo de los zapadores del Ejército de Colombia.

Los zapadores son los soldados del arma de ingenieros, cuya función en la campaña era construir puentes, desplegar pontones para el paso de las tropas, minar estructuras con explosivos, entre las labores más relevantes. En el caso de la Batalla de Carabobo, los zapadores del ejército colombiano realizaron con rapidez la tarea de abrir el paso con las herramientas de gastadores: hachas y machetes, para que el ejército ejecutara la maniobra sorpresa de avanzar oculto por el follaje y los accidentes topográficos, realizando un movimiento que era el ataque principal y directo, sobre el ala derecha del dispositivo español, que no fue tomado en cuenta por el general español Miguel de La Torre, dejando cubierto ese punto por la tupida vegetación y los accidentes del terreno que tienen forma de lomo de perro.

Posición por la que jamás se imaginó que ingresarían los patriotas al campo de batalla. Precisamente ese fue el punto débil que le propinó la derrota a los españoles, punto escogido por el genio militar de Bolívar para ejecutar el ataque principal, y materializado por el esfuerzo veloz de los zapadores que abrieron el paso a las tropas. Célebre es la anécdota en esta jornada específica

El baquiano que guiaba a Bolívar le dijo: "-general por esa trocha solo pasa un chivo". A lo que el Libertador le respondió: "-Por donde pasa un chivo, pasa un ejército".

Ante la sorpresa del ingreso de la Primera División colombiana al campo de operaciones, las dos piezas de artillería emplazadas en batería fueron movidas velozmente, para reforzar el flanco derecho del dispositivo español. Allí se abrió fuego a discreción con munición de bote de metralla, a razón de dos tiros por minuto, destrozando la humanidad de la vanguardia colombiana.

Sobre el Batallón Cazadores Británicos descargaron primero su furia esas bocas de fuego, destrozando la humanidad de esa valiente unidad de infantería. Frente a la metralla de artillería sucumbieron mortalmente herido el comandante del batallón coronel Thomas Ilderton Ferriar, inmediatamente toma el mando su segundo, el coronel James Scott, quien muere destrozado por el fuego del cañón, seguidamente toma el mando del batallón el capitán Charles Minchin, que también cae herido, así sucesivamente hasta diezmar esa unidad que perdió 17 oficiales y más de 300 efectivos de tropa.

Sobre el ataque de la artillería española, que debemos afirmar, realizó su trabajo efectivamente, se distinguieron también el capitán Daniel Florencio O´Leary al frente de la infantería ligera. El general Héctor Bencomo Barrios recopila el relato de Emigdio Briceño, combatiente de Carabobo, quien nos legó su testimonio sobre las acciones:

?Sobre la entrada a la trocha dirijía [sic] sus fuegos la artillería española; y al llegar cada cuerpo a este peligroso punto, encontraba al joven Capitán O?Leary que con la imposibilidad del valiente daba estas voces: "Hileras a la izquierda y trote".

Así pasó todo el ejército dejando cada batallón por lo menos diez hombres muertos en el estrecho.? (Héctor Bencomo Barrios. Campaña de Carabobo 1821. Caracas, 1971, p. 162).

Los batallones de Cazadores Británicos, Tiradores y Rifles desde la posición que ganaron en el terreno en su incursión contra el enemigo, pusieron pie a tierra para batirse en duelo contra la artillería enemiga, hasta lograr abatir a los artilleros con la puntería y efectividad de los rifles Baker, neutralizando los cañones y permitiendo el ingreso del Ejército de Colombia, para conquistar la gloria en el campo de batalla.




Sitio WEB desarrollado por la:
Oficina de Tecnologías de la Información y la Comunicación del
Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno
- Copyright 2020 -