Las Armas en la Batalla de Carabobo | III.- Las Armas de la Caballería


Detalle de la obra Batalla de Carabobo. Óleo de Martín Tovar y Tovar. Colección Palacio federal Legislativo
En la administración del ejército, la caballería era el arma más costosa de mantener

Prensa MPP- Despacho (Ricardo Antequera/ 21.06.21).- El Ejército de la República de Colombia estaba organizado en cuatro armas, que eran unidades tácticas: infantería, caballería, artillería e ingenieros. La caballería estaba organizada en regimientos, y representaba la movilidad del ejército. Durante el desarrollo de la Campaña de Carabobo, la caballería desempeñó labores de exploración del terreno, patrullaje sobre el enemigo, correos entre las diferentes columnas con el Cuartel General del Libertador, y finalmente operaciones militares sobre las fuerzas realistas.

Dentro de la administración del ejército, la caballería era el arma más costosa de mantener. Los gastos para su funcionamiento eran muy diversos: el forraje y atención de salud del ganado caballar era el aspecto más oneroso; el herraje, equipo de aperos y armamento estaban en la segunda línea de un gasto muy costoso, aunque necesario. Muchas veces el mantenimiento de la montura era cubierto por el soldado con su paga. La caballería desde el punto de vista de la tecnología militar, lamentablemente no ha sido abordada por nuestra historiografía, a pesar que la información es muy amplia en la documentación de nuestra Guerra de Independencia.

Las armas empleadas por la caballería durante la Batalla de Carabobo eran de dos tipos: armas blancas y armas de fuego. Las armas blancas eran la lanza, el sable curvo, el sable recto, el machete de jornada campesina, el cuchillo y el puñal. Las armas de fuego fueron la carabina, la pistola y el trabuco.

El empleo de las armas en los regimientos dependería del tipo de tareas que cumple la caballería durante la campaña, y del tipo de maniobra que ejecutaban en el campo de batalla. Al igual que la infantería, la caballería colombiana fue organizada bajo la influencia de la doctrina militar francesa.

Durante las Guerras Napoleónicas, el emperador organizó la caballería en dos tipos: ligera y pesada. En la caballería ligera fueron encuadrados los regimientos de húsares, lanceros y cazadores a caballo, los tres se caracterizaron por la velocidad de movimiento. Durante la campaña desempeñan labores de exploración, reconocimiento del terreno, levantamiento de mapas y espionaje.

La caballería pesada la conformaban los coraceros distinguidos por sus petos de armadura y cascos con penachos de crin de caballo, y los dragones que desde la montura combatían como caballería, aunque también estaban disciplinados para que una vez puesto pie a tierra, maniobraran tácticamente como la infantería, es decir que eran considerados como una especie de infantería montada. Otro tipo de regimiento que se encuadraba en la caballería pesada era la artillería a caballo, regimiento que prestaba servicio de apoyo a la caballería durante las maniobras en el campo de batalla.

En nuestra Guerra de Independencia también fueron organizados en el Ejército de Colombia regimientos de caballería ligera y pesada. Tradicionalmente siempre recordamos los bravos llaneros de la caballería de Apure y Barinas, porque fueron los que combatieron en la Batalla de Carabobo.

En la figura del impertérrito coronel Juan Antonio Sotillo de la caballería del general José Tadeo Monagas, quedan los laureles de la gloria en representación de todos los valientes que se distinguieron en labores de espionaje sobre el enemigo, en el asalto a los convoyes españoles, que mantuvieron la estirpe guerrera hasta la obstinación de combatir empuñando púas de palos, cuando no disponían del noble metal de hierro y acero para forjar las "cucharas" o puntas de lanzas.

Armas de la Caballería Ligera

En la caballería ligera fueron encuadrados los regimientos de Lanceros y Húsares. Los Lanceros se caracterizaban por combatir empuñando únicamente lanzas, que no eran arrojadizas, sino un arma enastada, compuesta de una vara de "...madera de albarico (bactris cubaro), palmera que abunda en las márgenes de los ríos de los llanos de Venezuela", como lo determinó el general e historiador Héctor Bencomo Barrios en su oportunidad, en el artículo "Armamento" compilado en el Diccionario de Historia de Venezuela.

Esta vara de madera se cortaba para medir en promedio entre 4 y 5 metros de longitud, durante su talla, era sometida al fuego para darle consistencia a la madera y otorgarle mayor resistencia para que no se partiera durante los golpes, fortaleciendo la fragilidad del material. Finalmente a esta vara se le incorporaba la punta de la lanza, que es un arma blanca forjada en hierro o en acero en las maestranzas de nuestros ejércitos.

Como anécdota curiosa vale destacar que no siempre se disponía de una veta del mineral necesario para forjar las puntas de lanzas, por lo que siempre se echó manos de los barrotes de las ventanas de las casas coloniales, de los clavos, ruedas de carreta, cerraduras, para hacer la fundición y la forja respectiva. Y aún más, cuando no se disponía del metal, se le sacaba punta a la vara para empuñar púas de palos, dejando firme la determinación de combatir, así fue nuestra guerra.

Los lanceros también iban armados con los machetes de la jornada campesina, cuchillos y puñales, como arma alternativa.

Los regimientos de Húsares iban armados con un sable diseñado con una hoja de una marcada curvatura, con una guía en la cazoleta, debajo de la empuñadura, formando una cruz; arma de estilo militar francés. El diseño de la hoja curva del sable de húsar, a su vez era de influencia turca o mameluca, proveniente de un arma oriental llamada cimitarra o sable a la mameluca, como lo comenzaron a llamar los franceses. La cimitarra fue adoptada por Napoleón cuando estableció el imperio, y solo la portaban los generales y mariscales como símbolo del poder militar del emperador. Fue un tributo al valor demostrado por los mamelucos en la Batalla de las Pirámides, durante la Campaña de Egipto.

La cimitarra del generalísimo Francisco de Miranda que reposa en el Museo Bolivariano tiene ese origen francés. Al igual que la cimitarra que empleó el Libertador Simón Bolívar en el campo de batalla aquel 24 de junio de 1821.

Este sable de hoja muy curvada, no era el único aspecto distintivo de los Húsares, regimiento que pasó a ser célebre después del año 1815 cuando fue creada la Guardia de Honor del Libertador. Los húsares desempeñaban funciones de exploración, correo, rompe-líneas en la batalla y como escolta del Libertador.

Maniobras de la Caballería Ligera

Llegado el momento de ejecutar las maniobras en el campo de batalla, la caballería ligera atacaba de acuerdo al tipo de formación adoptada por el ejército enemigo. El ataque de la caballería ligera siempre fue más efectivo cuando la infantería estaba desplegada en línea, permitiendo la carga por los flancos o el centro de la formación. La única defensa que tenía la infantería frente a la carga de la caballería, era la formación cerrada en cuadro, guarneciéndose con la bayoneta calada en el fusil, formando un muro contra la carga de la caballería atacante.

Los Húsares armados de sables cuyos diseños marcadamente curvos le otorgaban mayor fuerza al corte de tajo, y mayor resistencia a la hoja ante el golpe sobre el acero de los fusiles, eran ideales para la carga contra los flancos de la línea de infantería enemiga, y contra las cargas de la caballería contraria. De la misma forma los Lanceros, cuya carga frontal sobre la formación de infantería enemiga ejecutaban una maniobra que se conocía como rompe-líneas, con el objetivo de romper la línea de la infantería para desorganizarla. El lancero venezolano se distinguía del español en la forma de cabalgar ladeado hacia los costados del caballo, a la manera de cabalgar como en las faenas de toros coleados, combatiendo con mayor fiereza y agilidad que las tropas españolas que cargaban erguidos sobre la silla de montar.

Una anécdota táctica para mencionar es que, en la última escena de la Batalla de Carabobo, cuando ya destruido el Ejército Español, el Batallón Valencey se retiraba en férrea formación en cuadro, abandonando el campo de batalla en perfecta formación, se dio la orden de enviar la infantería en las grupas de los caballos para intentar derrotar a esa unidad realista. Más de nueve cargas se dieron contra el Batallón Valencey.

La maniobra fuera resultado si el ataque se hubiera dado con una combinación de armas de la infantería junto con los regimientos de lanceros. Existen dos puntos importantes a considerar. En primer lugar la longitud de la lanza era mayor dos a uno, al alcance del fusil y la bayoneta del soldado español, que no supera los dos metros de largo, y en segundo lugar, durante la retirada del Batallón Valencey cayó un torrencial aguacero en la sabana. Este último aspecto, desde el punto de vista tecnológico, le dice al investigador experto, que el sistema de ignición del fusil de chispa es externo, y al llover se moja la cazoleta, la pierda de chispa y la carga pólvora, por lo que el fusil de infantería queda inutilizado para hacer fuego, dejando sobre el combate de arma blanca la decisión del encuentro.

Armas de la Caballería Pesada

En el Ejército de Colombia la caballería pesada la formaban los regimientos de Dragones y Carabineros, cuyo nombre de la unidad se lo otorgaban tanto el arma empleada como el tipo de maniobra que realizaban. Eran caballería pesada porque característicamente el soldado iba armado con sable, pistola y carabina.

Carabina

Las armas que usaba la caballería pesada era básicamente la carabina, que era un arma de fuego similar al fusil por su diseño, pero un tercio más corta, de ahí proviene el vocablo tercerola. El sistema de carga, disparo y funcionamiento general de la carabina era idéntico al fusil de llave de sílex de la infantería. La carabina fue diseñada más corta que el fusil, porque al disminuir su peso, se hacía manejable sobre la cabalgadura. El carabinero recibía una instrucción diferente a la infantería en lo que respecta a la cadencia de tiro sobre la montura. En la caballería las órdenes de fuego y de marcha se comunicaban a través del toque del clarín.

Pistola

Era un arma corta, con el mismo principio de funcionamiento, ignición, y carga con el cartucho de papel que el fusil de llave de sílex. La diferencia estaba, a parte del tamaño obviamente, en que la bala esférica era significativamente más pequeña en diámetro que la bala del fusil. La pistola de caballería, por su poco alcance, era más un arma alternativa, es decir defensiva, para quitarse un enemigo de encima o contener un ataque cercano, ya que su efectividad a larga distancia era completamente nulo.

El método de carga de la carabina y la pistola era exactamente el mismo que se empleaba para cargar el fusil de infantería.

Trabuco

Finalmente está el trabuco, que es un arma de fuego más grande y más ancha en dimensiones que la pistola, y más corta que la carabina. El cañón fue diseñado con el extremo más ancho en forma de trompeta, el sistema de ignición era por llave de sílex, la misma que el fusil.

La munición que empleaba el trabuco era la metralla, es decir que no era una bala esférica, sino esquirlas o varios fragmentos de bala, llamados guáimaros, el efecto del disparo del trabuco es el mismo que hacen las escopetas actuales: una descarga dispersa de varios proyectiles, similar al bote de metralla de la artillería, su efecto era mortal a corta distancia, es decir que a quema ropa, el efecto sobre el cuerpo del enemigo era devastador y mortal.

Maniobras de la Caballería Pesada

La caballería pesada al estar provista de armas de fuego y sables tenían una amplia capacidad de maniobra sobre el enemigo. Los soldados de Carabineros y Dragones, estaban armados ambos regimientos con carabinas y eran disciplinados para hacer fuego desde la montura.

La maniobra sobre el enemigo no solo era sobre las líneas de la infantería. El aprovechamiento táctico por su movilidad y capacidad de fuego, era sobre las baterías de la artillería enemiga, el alcance de sus carabinas les permitía causar daño a distancia sobre la guarnición que servía los cañones de campaña, para luego arrollarlos en las cargas con sable en mano.

En el Ejército de Colombia se organizaron estos dos regimientos. La diferencia entre ambos, es que los Dragones estaban disciplinados no solo para combatir desde la montura del caballo de acuerdo a la carga que debían realizar, sino también recibían instrucción para poner pie a tierra y maniobrar tácticamente como la infantería de línea convencional.

Al general Lino Duarte Level en su obra le debemos no solo la preservación de la memoria histórica de los batallones más importantes del Ejército de la República de Colombia fundada por Bolívar en Angostura en 1819. También es el primer militar venezolano del siglo XIX, en abordar metódicamente la Campaña de Carabobo de 1821. Dejando en su obra histórica una memoria sobre la caballería:

?La táctica patriota se fundaba, por tanto, en resistir a la defensiva el primer choque a pie firme, para dar lugar a que la caballería cargase por los flancos o por la retaguardia. De ahí que los españoles estuviesen siempre muy cuidadosos con la retaguardia, y a veces no sacaban todas las ventajas que debían de sus victorias por temor de un ataque repentino al perseguir al enemigo.

Mientras la caballería realista fue superior a la venezolana, es decir, hasta 1815, fue fácil a los españoles la victoria contra infantes faltos de disciplina. Cuando cambió este estado de cosas vinieron de la Península batallones disciplinados y acostumbrados a las fatigas de la guerra, y gracias a ellos se pudo contener a las caballerías republicanas. Por su parte, los infantes patriotas comenzaron a ser disciplinados por oficiales ingleses, y esto contrabalanceó en parte la superioridad del infante español. Además, este sufría mucho en las marchas por las inclemencias de un clima al cual no estaba acostumbrado.

Las fiebres diezmaban continuamente las tropas de uno y otro bando, de manera que constantemente había que llenar las bajas e instruir reclutas.

Como se comprende fácilmente, las batallas no podían ser de larga duración, pero sí muy sangrientas. En ellas era muy difícil y peligroso un cambio de frente o de posiciones bajo los fuegos del enemigo, por la cercanía en que estaban los contendores. No se debía, sin grave exposición, una vez empeñada la lucha, ni variar el plan de ataque, ni ejecutar lentos movimientos de flanco de alguna duración, pues la batalla estaba decidida antes de ejecutarlos".



Sitio WEB desarrollado por la:
Oficina de Tecnologías de la Información y la Comunicación del
Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno
- Copyright 2020 -