Prensa MPP- Despacho (RA/ 08.06.21) El 8 de junio de 1821 el general Rafael Urdaneta procede a nombrar al coronel Antonio Rangel como jefe de su División, en caso de incapacidad.

A su llegada a Barquisimeto, el general Rafael Urdaneta encontró en esa ciudad las órdenes del Libertador para que entregara el mando de su cuerpo de ejército al coronel Antonio Rangel en caso que su salud se viere afectada. En efecto el general Urdaneta hacia la marcha afectado por cálculos renales, padecimiento que le acompañará hasta el final de su vida, y se veía imposibilitado a continuar cabalgando porque la fiebre y debilidad se lo impedían.

En comunicaciones directas el Libertador autorizó a Urdaneta a librar y tomar del tesoro público y demás rentas del Estado, durante su enfermedad, todas las cantidades que necesite para su subsistencia y curación, aunque excedan los sueldos que correspondan a su empleo. En consecuencia, Urdaneta disciplinado a las órdenes de Bolívar, procede a ceder el mando de su ejército.

El coronel Antonio Rangel recibe con el mando toda la correspondencia recibida del Libertador y del Secretario de Guerra, coronel Pedro Briceño Méndez, para imponerse de las disposiciones tácticas dadas al general Urdaneta para la planificación de las operaciones en campaña, y la orden de marchar con las tropas hacia San Carlos, para proceder a la concentración de todos los cuerpos del ejército que se movilizaban para presentar batalla al Ejército Español.

Entre las órdenes estaba la entrega del batallón Maracaibo, con todas las municiones necesarias, para abrir operaciones con la columna al mando del coronel José de la Cruz Carrillo sobre la población de San Felipe, para ejecutar otra fase de la maniobra de diversión de Cruz Carrillo sobre el dispositivo español desplegado en el eje San Felipe- Barquisimeto- Carabobo.

El general Urdaneta quedó enfermo en Barquisimeto, y los coroneles Rangel y Cruz Carrillo siguieron su marcha cumpliendo las órdenes del plan estratégico del Libertador.

En las Memorias del prócer zuliano, recopilada por sus hijos, recogen el sentimiento de su padre:

"¡Cuánto debieron aumentarse sus padecimientos al despedirse de los compañeros, y verse obligado a permanecer espectador inactivo de la cercana batalla, tan laboriosamente buscada, y en que iban a decidirse los destinos de la Patria! No logró llegar a Carabobo, campo que no le era desconocido; pero desde su lecho de enfermo, en dolorosa ansiedad, pudo sin duda percibir, alternando con los lejanos y prolongados truenos de la Legión Británica y Apure, el eco de las descargas de Tiradores de La Guardia que el bravo Heras condujo al combate, dando campo a los jinetes con que el heroico Páez coronó la empresa de aquel día; y el grito de victoria de sus otros batallones, a quienes Rangel, ?que hizo como siempre prodigios? llevó hasta Puerto Cabello".