De situación de calle a Servidor Público del Despacho de la Presidencia de Venezuela
.
Rolando José García Páez, nace el 16 de noviembre del año 1978 en la clínica Santa Ana, ubicada en San Bernardino, Caracas. Es el hijo mayor de los dos que tuvo Doña Gloria Cecilia González y Don Rolando García Sáez. Creció en un ambiente hostil.
Su padre cada vez que ingería licor llegaba violento a la humilde casa, ubicada en San Agustín del Sur de la capital venezolana. Siendo un niño, en reiteradas ocasiones vio cómo su madre era golpeada físicamente por Don Rolando. Además escuchaba los insultos que este profería.
Herido por la ofensa y el maltrato físico que recibía su madre, creció Rolando. La ira, la rabia y resentimiento se apoderaban de su inocente corazón. En él nacía una raíz de amargura que con el tiempo crecería y sería el motor principal de una vida sumergida en la tristeza y el rechazo social.
A los doce años Rolando miraba con fisgoneo a un vecino que consumía marihuana y, como dicen la curiosidad mató al gato. Reunió el excedente, armó un ?porro?, lo encendió y probó. Fue la primera vez que Rolando tuvo contacto con las drogas. Acercamiento que a los meses le costó los estudios, familia y aceptación social.
Poco a poco la adicción lo introdujo a ese mundo oscuro. Un universo donde robar, hurtar, matar es la moda y; el ?Hobby? es vivir en rebelión. Por 18 años la droga fue su compañera y amiga. Le ofreció placer, diversión y una felicidad momentánea. Esa era la destruida vida que llevaba Rolando José García Páez cuando estaba cegado por la droga.
En varias ocasiones, Rolando entró a las clases de 7mo grado dopado. Por un tiempo intentó ocultar su adicción, sin embargo, su padre se dio cuenta y en la semana siguiente lo envió a Boconó, estado Trujillo lugar donde Rolando convivió con una tía, hermana de Don Rolando.
Sus padres pensaron que alejándolo del ambiente donde nació se olvidaría de la droga, pero como dicen que ?el remedio es peor que la enfermedad?, en Boconó, a la edad de 17 años Rolando comenzó a consumir cocaína; droga conocida en el lenguaje popular como ?perico?.
Cada día que transcurría Rolando se sentía sumergido en un pozo y sin poder respirar. La ansiedad y la adicción hacia la droga lo metían en una tela de araña en la que para muchos, no hay salida y; por el contrario, se convierte en el botín de una depredadora como la droga.
A la edad de 22 años, Rolando inició el consumo de crack (la piedra) sustancia que destruyó su organismo. A esta edad y durante sus andanzas dejó una mujer embarazada, 16 años después se entera que es padre de una adolescente. Una hija que no gozó del calor del padre biológico, sino que recibió el afecto y apellido de un padre de crianza.
La adicción había cautivado la razón de Rolando, el impulso por consumir lo llevó a desvalijar su casa materna. Vendió todo lo que encontró a su paso para costear la droga. No le importó el sacrificio de sus padres para comprar los enseres. En vez de llevar a la casa, lo que hizo fue robar.
A pesar de las acciones negativas la vida de Rolando escuchó una voz de esperanza. Una prima llamada Geraldin, lo motivó a internarse en el Centro de Rehabilitación Impacto de Dios en el 2002, donde duró 7 meses internado. Al enterarse del nacimiento de su hija, sintió el deber y decidió a asumir dicha responsabilidad como padre.
Mas todo no culminó aquí. A los tres meses de haber salido, la droga arrastró a Rolando a vivir como indigente en las calles de Caracas. Lo llegaron a ver por la Avenida Bolívar, Universidad, Victoria, Nueva Granada, El Cementerio, Las Acacias, Los Símbolo, Plaza Tiuna y por Santa Mónica.
El puente del Río Guaire fue su domicilio por años. Su cama eran pedazos de cartones y sus sabanas hojas de periódico. Ahí, bajo el inclemente frío que caracteriza la ciudad capital Rolando pasaba las noches.
Entre dormido y despierto escuchaba el cantar de los grillos, el recorrido del agua del Guaire y el transitar de los autos. Mientras que el pensamiento de amanecer o no con vida abrazaba su sueño cada noche.
El dolor golpeaba las emociones de Rolando. ¡No sirvo! ¡Mi vida no tiene sentido! ¡Soy un fracasado! Eran expresiones que retumbaban en su mente. Ese sentimiento se intensificaba por el rechazo de la sociedad y solo acrecentaba su odio por el mundo y resentimiento hacia la gente.
Rolando Vivió en un mundo sin ley. Un mundo donde el libertinaje es la moda. Un estilo de convivencia que tiene dos caras. Una de día y otra de noche, esta ultima maquillada por la falsedad.
Durante las noche, durante los 6 años que Rolando anduvo en situación de calle, compartió droga con abogados, doctores y personas que se profesionalizaron en la vida pero, que las drogas los envolvieron en el mundo de la nada e, incluso, Rolando relata que muchas personas que están en las calles vienen de familias acomodadas de la sociedad pudiente de Caracas y de otras regiones, quienes en vez de apoyar a los familiares que caen en la adicción le dan una patada y lanzan al vacío.
Sus pies enrojecidos por el asfalto de las calles de Caracas y la mugre cubriendo su test morena eran los colores que a diario revestían su cuerpo. Rolando arrastraba una necesidad de amor que no fue suplido en su niñez.
Ignorado y excluido por la sociedad civil por años de años. La esperanza era un término que desconocía. La vida simplemente era una burbuja que con el tiempo extirpaba y esfumaba de la atmósfera.
Marcado y señalado. Arropado por el dolor y el rechazo, así transcurrió la vida de un hombre que marcado por circunstancias pensó entregarse al mundo de lo oscuro, sin embargo, la luz de esperanza brilló en su vida, es en el 2010 que Rolando llega al Centro Cristiano Nosotros Unidos, meses después, el 30 de marzo comienza su nueva vida. Logró graduarse de bachiller y asumió la dirección de dicho centro de rehabilitación.
En el año 2017, el Movimiento por la Paz y la Vida realizó en el salón Ezequiel Zamora del Palacio Blanco de Miraflores, un encuentro con pastores de centros de rehabilitación de todo el país. En dicho encuentro Rolando fue seleccionado para representar la Fundación Nosotros Unidos ubicado en Coche, Caracas, desde ese momento Rolando inicia el enlace y relación con el Movimiento Paz y Vida, luego de recibir una serie de talleres dictados por el facilitador Juan José Quiroz, en la Gran Base de Misiones de Paz Hugo Chávez Frías de Quinta Crespo y es así como él inicia su fase de transición y cambio. Todo ese pasado comenzó a desvanecer. Las heridas del pasado eran sanadas por la mano poderosa de Dios.
En ese mismo año pero, el 20 de septiembre, durante el acto de entrega de certificados de aprobación del curso de Prevención del Consumo de Drogas, fue contratado directamente por el Viceministro de Asuntos para la Paz del Despacho de la Presidencia Alexander Vargas, para formar parte de la gran familia del Movimiento Paz y Vida, actualmente se encuentra aportando sus conocimientos para la ayudar a jóvenes con problemas de conductas y conflictos con la ley.
A través del Movimiento por la Paz y la Vida Rolando fue postulado para ingresar en la Universidad Experimental de Caracas donde estudiará Gestión Social. Hoy con orgullo Rolando dice: ?Paz y Vida cambió mi Vida? y envía este mensaje a todas las personas: "Procura ser tan alto que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos deseen estar contigo, Jesucristo es la única esperanza".
Actualmente Rolando tiene un programa de radio cristiano por La Única 92.1 Fm todos los sábados de 8:00 a 9:00am. Se dedica a dictar charlas preventivas relacionadas con el consumo de droga, la violencia, la sexualidad, responsabilidad y otros temas de interés social y sobre todo pregona el mensaje de salvación de Jesucristo.